miércoles, 13 de noviembre de 2013

Para seguir pensando...


El poder presente en la escuela.



Si bien el nuevo paradigma de la diversidad supone un cambio, una transformación en la escuela que rompa con antiguas cristalizaciones de la cultura escolar antes hay que replantearse las políticas que atraviesan las instituciones educativas, cuál es rol que le otorga la sociedad y qué es lo que esperan los sujetos de la misma.
Muchas teorías presentan a la escuela como el aparato de reproducción más fuerte que tiene la sociedad, ya que la asistencia a la escuela es obligatoria y es necesario adquirir ciertas normas y aptitudes para vivir y sobrevivir en la escuela y ser un sujeto activo y participativo en sociedad.
Como docentes es necesario cuestionarse qué es lo que se transmite realmente en la escuela, qué es lo que se busca en esas enseñanzas ¿acaso estamos enseñando a cada sujeto mantener la idea de que pertenece a un cierto sector y se mantendrá estático en él? ¿Acaso somos meros ejecutores de las decisiones de otros?
Si bien es necesario repensar las relaciones dentro del aula, que el docente deje de ser el único poseedor del saber, y aquel que tiene el poder dentro del aula, cabe preguntar hasta qué punto uno tiene que correrse de ese lugar, hasta qué punto beneficia y empieza a perjudicar esa postura a los estudiantes.

Diferentes practicas escolares dejan un alto grado de exclusión social, ya sea por las reiteradas repeticiones o por necesidades de los niños de salir a trabajar para poder mantener a sus familias, o porque niños necesitan un acompañamiento diferente para adquirir los aprendizajes y dentro de la escuela no lo encuentran. ¿Cómo puede hacer la escuela para evitar la deserción escolar?, en la mayoría de los casos la exclusión está estrechamente ligada a los lugares de orígenes de los sujetos. La cultura escolar, las intervenciones especializadas, marcan el destino final de estos niños con dificultades en su escolarización.
Una mirada micro política de la escuela permitirá interrogar las relaciones de poder presentes en el interior de la misma para avanzar en un proyecto transformador.
Este nuevo paradigma de la diversidad necesita que se inventen nuevas prácticas y significaciones, nuevas relaciones entre los actores de la institución.  La problemática presente aquí, es que se encuentra resistencia al cambio, el poder permite que todas las viejas cristalizaciones se mantengan idénticas, que los docentes sean los que soporten y ejerzan esa realidad de ese poder.
Me parece necesario repensar y reflexionar sobre las formas en que se ejerce el poder en la escuela. Trabajar en nuevas estrategias vinculadas a un proyecto integrador y democratizador. Trabajar con el sujeto de aprendizaje para la transformación, debemos ubicarnos en lugar distinto de la imposibilidad para poder ver el cambio  posible.

 Por Andrea Maldonado. 3º PEP. ISFD Nº 34. Rosario. 

El cambio social para cambiar la escuela y la escuela para el cambio social.



Por Pacusse, Noelia. 3º PEP. ISFD Nº 34. Rosario. 
 
Cuando se piensa en la escuela, desde su nacimiento como institución formal en manos del Estado, muchas cosas cambiaron en ella. A su vez, no sorprendería hacer un análisis y llegar a la conclusión de que, también, muchas cosas no cambiaron.
El paso de los años fue delineando siglos, inventos, revoluciones, descubrimientos científicos, paradigmas, métodos, modelos, pero la escuela siguió anclada a su estigma fundacional. Ese Estado que necesitaba imponer a ideas, armas y trabajo el capitalismo naciente, fue renovando la fachada, fue pintando el discurso, pero no la raíz. En la actualidad la escuela sigue teniendo como principal objetivo que los alumnos aprendan más lo que no se enseña, aquello que no está escrito (obediencia, tiempos, autoridad) que lo que expone enseñar.
Mi pregunta es, ante una macro política educacional que va cambiando de colores y perfumes, pero no de base ¿Qué lugares les queda a la micropolitica con respecto al poder en la escuela?
Posturas más extremas de autores reproductivitas sitúan su mirada sólo al Estado como poseedor del poder, no se mira lo que pasa dentro de las escuelas y lo que pasa dentro del aula, ya que todo está determinado por el lugar de reproducción de poder que viene desde arriba.

Otras posturas, principalmente de algunos docentes y directivos, dicen que en la escuela y en especial, puertas adentro del aula el docente hace lo que quiere.
A mi entender, creo que ambas posturas tienen algo de certero y algo de erróneo. En primer lugar, pienso que en las escuelas y en las aulas las relaciones de poder, si bien están condicionadas por la macro política, tienen existencia y características propias. Ahora bien, son experiencias a mi modo de ver contadas y avanzadas, en las que las escuelas y los docentes pueden manejar la circulación del poder de una manera que escape a los mandatos políticos, económicos y sociales de la escuela. Y creo que no van a ser experiencias sintetizadas y generalizadas hasta que no cambie la estructura y función base de la escuela, es decir hasta que no cambien las relaciones de producción, hacia un sistema justo y democrático.
Entones ¿Sirve de algo tratar de cambiar la micropolitica de las escuelas y las relaciones de poder en ellas?. Creo que en parte esa es la lucha. Es un proceso dialéctico en dónde las ideas y las relaciones no van a cambiar hasta que no cambie el sistema vigente, pero también este sistema va a cambiar si se va dando una lucha por modificar las ideas y las relaciones.
En las escuelas y en las aulas se dan relaciones de poder que ensayan las imitaciones de afuera, hay que pelear por cambiar el libreto y ensayar otro tipo de obra. ¿Esto bastará para que las relaciones de poder entre docentes, alumnos y directivos cambien?. Creo que no, pero van a ir preparando un cimiento para un cambio social que empape a la escuela y para que esta reproduzca nuevas relaciones basadas en la equidad, la justicia, el trabajo digno, la educación para el pueblo y a favor del pueblo, pero sobre la base de la discusión y el debate social, no sobre un mandato inmodificable e incuestionable.

La construcción de la convivencia en la escuela.


Por Bergamini, Verónica. 3ª PEP. ISFD nº 34. Rosario. 
En el presente trabajo  pretendo abordar la temática de la convivencia en la escuela analizando sintéticamente las diferentes relaciones que se dan dentro de la institución escolar y que configuran la creación y/o fomento a un tipo de socialización determinada por la manera en la que los distintos actores dentro de la institución se relacionan.
Así mismo, me parece importante destacar a la escuela como una institución que forma parte de una sociedad, por lo tanto, al formar parte de ésta, no puede olvidarse el contexto en cual la escuela realiza sus funciones de transmisión de cultura y socialización. Tanto los docentes como los directivos y alumnos están inmersos en un complejo entramado de relaciones, externas a la institución escolar, que configuran en mayor o menor grado las formas de vincularse con otro dentro de la misma.
En este punto, como lo señala Norberto Boggino en su libro “Cómo prevenir la violencia en la escuela”, “no es posible abordar problemas complejos por medio de propuestas simples, pensando los hechos violentos sólo a partir del alumno que los provoque o sólo el alumno y su familia. Es necesario que la escuela, como organización y como institución, se plantee instancias de prevención de indisciplina y violencia.”
Por ende, resulta imprescindible que el abordaje a las problemáticas de violencia escolar sea pensado de manera institucional y no como un hecho aislado que le sucede sólo a ese niño o a ese grado en el que se generan los hechos de violencia. Cabe destacar que aquí nos estamos refiriendo a la violencia que “viene desde los alumnos” hacia sus pares o a los distintos actores de la institución, pero no así de la violencia que va desde los docentes hacia los alumnos, la que muchas veces puede ser simbólica (avasallando su bagaje cultural), pero que muchas veces puede ser también explicitada a partir de “los rótulos.”
Así pues, en el marco de los modos de funcionamiento institucional y de los modos de actuar de los directivos, docentes y alumnos dentro del ámbito específico de la escuela, determinados procesos y objetos, determinadas prácticas y sucesos serán portadores de unos u otros valores y generarán la construcción o reconstrucción de determinadas normas sociales que serán las que rijan la socialización secundaria dentro de la institución.
Estos modos hacen referencia al tipo de participación que se promueve dentro del aula y podemos encontrar varios tipos de ella*, aquí haré mención solamente a tres tipos:
La primera será la de la conducción autoritaria la cual se da por medio de la imposición de un saber acabado y exige por parte del alumno una obediencia que hace que los alumnos  no operen con sus propios criterios, lo que lo ubica en un rol opuesto al de la  autonomía, por lo cual, si el adulto se presenta sólo como un transmisor de saberes, el niño no reconocerá la posibilidad de construcción conjuntamente con ese adulto de su propio proceso de aprendizaje.
Como segunda estructura de participación encontramos la falta de conducción, la que implica, una intencionalidad se monta en un desinterés generalizado por las acciones que se dan dentro del aula y en la institución.
Por ultimo encontramos la conducción democrática, aquí el carácter de la normatividad conlleva a promover la reflexión, la posibilidad de elección y la reconstrucción de las normas en un marco de respeto mutuo. La intencionalidad docente se orienta hacia la comprensión y construcción de saberes.
En conclusión, cada tipo de participación que se promueva, promueve también un conjunto de normas y valores diferentes entre sí. Por lo tanto,  los procesos de formación de valores y normas  están compuestos por las formas en las que se abordan los contenidos y la relación personal que existe entre docentes y alumnos y dicha relación es directamente proporcional al respeto mutuo que se promueva dentro del aula. 

*En el campo de la psicología social se hace mención a mas tipos de relaciones que pueden surgir dentro de un grupo.